Introducción
En este artículo voy a contaros mi experiencia personal con un bebé que sufre de cólicos. Intentaré hacerlo con toques de humor, no porque considere que sea algo divertido, más bien al contrario. Es algo que llevamos sufriendo mucho tiempo y, creo que puede ayudar a otras familias que estén pasando por lo mismo. Si te interesa saber qué son los cólicos desde el punto de vista de una madre, quédate a leerlo.
Los primeros episodios
Mi pequeña va a hacer cuatro meses y lleva sufriendo los dichosos cólicos desde las tres semanas. Era una bebé muy tranquila (como todos los recién nacidos si están sanos) y no lloraba. A las tres semanas de nacer aproximadamente, empezamos a notar cómo a las tardes (a partir de las 2 de la tarde en adelante) la niña se alteraba, se retorcía y no quería dormir. Estaba tan tranquila y de repente, se le ponía la cara como un tomate y ya era un no parar de llorar. Recuerdo a mi pareja pasearse por toda la casa con la niña boca abajo, con música infantil a todo trapo, cantándole, bailando y haciendo hasta piruetas. Al final, la niña se quedaba dormida. Por las noches costaba que se durmiera, y alguna vez, se despertaba con dolor, pero por lo general, dormía muy bien. Cuando fuimos a la revisión del mes, le comentamos a la pediatra lo que le pasaba y nos aconsejó las famosas Reuteri. Nos dijo que probáramos durante tres semanas y que, si no notábamos mejoría, se las retiráramos.
Desafortunadamente, nuestra hija es de las que las gotas no le hacen gran efecto. A las dos semanas de llevar el tratamiento acabamos en urgencias porque la niña lloraba todo el día, por la mañana y por la tarde. Estaba muy irritada y salvo los ratos que pasaba dormida el resto era quejarse y llorar. Tenía además mucho reflujo, hipo diario y lloraba después de comer. A las noches, en cambio, había que despertarla para comer. En el hospital nos dijeron que eran los cólicos y que la niña estaba llenita de gas. Nos aconsejaron darle masajes, mucho porteo y tranquilidad. Al final, retiramos las gotas como nos habían dicho y junto con todo lo que nos habían aconsejado (el porteo no lo he dicho, pero ya lo hacíamos y mucho) comenzamos a establecer unas rutinas diurnas de sueño. Dejamos de poner música y bailar con ella a partir de las ocho de la tarde, para no ponerla nerviosa antes de dormir. Fuimos introduciendo los baños a partir de esa hora (hasta ese momento a la niña le estresaba más que relajarla). Y la cosa parecía que estaba más o menos controlada hasta que, se descontroló.
Sospecha de APLV
A los 3 meses, la niña empeoró. Empezó a llorarle al pecho y se retorcía cuando comía. No lo hacía siempre ni todos los días. Entonces, empezamos a sospechar que pudiera tener alergia a la proteína de la leche de vaca. Se lo comentamos a la pediatra y me aconsejó probar a retirarme los lácteos de la dieta. Aprovecho para mencionar que cuando un bebé tiene este tipo de alergias, también le afectan otras leches (cabra y oveja), ya que contienen la misma proteína. Y hay que diferenciarlo de la intolerancia a la lactosa. Volviendo al tema, cambié mi dieta para ver si la niña mejoraba y nada. Bueno, no es del todo cierto. Sí que ha mejorado. Ya no le duele cuando toma pecho. Sigue teniendo mucho gas, llora bastante, ha tenido un episodio de descomposición (probablemente por un virus) y ahora no duerme por las noches.
Seguimos en la lucha diaria
Y así estamos en la actualidad. He querido contar mi experiencia porque creo que puede ayudar a algunos padres que estén pasando por lo mismo. La realidad es que los cólicos son muchas cosas y nada concreto a la vez. No existe una cura ni unos síntomas bien definidos, ni un tiempo determinado. Nuestra niña tiene los episodios durante el día y no por las noches como suele suceder. A las noches no duerme, pero porque se pasa mucho tiempo dormida durante el día, ya que, le duele y se encuentra molesta. Va a cumplir los cuatro meses y no parece que se le vaya a pasar por ahora, ya nos han dicho que puede durar hasta los seis meses o más. Por lo tanto, mi recomendación es la palabra maravillosa, “paciencia”. Sé que no consuela, a mí tampoco, muchas veces me desespero, sobre todo ahora que no nos deja dormir tampoco. Pero es verdad, los cólicos son dolorosos para nosotros, pero más para nuestros bebés y sólo el tiempo y el cariño pueden curarlos. Para finalizar, lo que sí puedo aconsejaros y que a nosotros no ha ayudado bastante ha sido el portear a nuestra hija, (porteo, porteo y más porteo), los masajes y la paciencia. Nuestra niña es muy nerviosa y eso empeora la situación muchas veces porque llora, traga aire, le duele y vuelve a llorar. Y así una rueda que no para.
Hay esperanza
He llorado por esta situación, porque he sentido que le estaba haciendo daño a mi hija con mi leche. He llorado por enfadarme con ella cuando ha estado un día entero irritada y llorando. Y sé que todavía me quedan muchos días de llorar y de sentirme culpable por no poder ayudarla más. Pero hoy, hoy a tenido un día fantástico, ha estado todo el día riéndose, ha comido como una reina y yo no he podido disfrutarlo más. Mañana ya veremos.
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