Esta es una breve historia de un día cualquiera en la vida de Claudia con su bebé Laila
Claudia se despertó con el llanto de su bebé, Laila. Era la primera vez que dormía en su cuna, y Claudia estaba nerviosa por dejarla sola. Se levantó de la cama y fue a verla. La cogió en brazos y la acunó, susurrándole palabras de cariño. Laila se calmó y se quedó de nuevo dormida. Claudia aprovechó para hacer su cama y asearse un poco.
En cuanto Laila despertó le dio el pecho y le cambió el pañal. Luego Claudia la llevó al salón, donde le puso música suave y bailó con ella. Laila estaba fascinada por todo lo que veía y oía. Claudia se sentía feliz de verla tan contenta.
Después de un rato, Claudia decidió salir a dar un paseo con Laila. Le puso el abrigo gris y su gorrito beige, y la metió en el cochecito. Salieron a la calle, donde hacía un día soleado y fresco. Claudia saludó a algunos vecinos y amigos que se pararon a admirar a Laila. Ella les contó lo bien que se portaba su bebé, y lo mucho que la quería.
Claudia y Laila llegaron al parque, donde había otros niños jugando. Claudia se sentó en un banco y sacó un libro para leer mientras vigilaba a Laila. La bebé se quedó dormida con el movimiento del cochecito y el sonido de los pájaros. Claudia aprovechó para relajarse y disfrutar de la lectura.
Al cabo de una hora, Claudia decidió volver a casa. Laila se despertó cuando entraron en el portal, y empezó a llorar. Claudia le dio un beso y le dijo que ya estaban en casa, que no pasaba nada. La subió al ascensor y entró en el piso.
Laila tenía hambre así que Claudia le dio el pecho y después se preparó el almuerzo para ella. Se sentaron en la mesa y, mientras Claudia comía, le hablaba a Laila de lo que habían hecho esa mañana, y de lo que harían por la tarde. Laila la escuchaba atentamente, haciendo ruiditos con la boca.
Claudia terminó de comer y recogió los platos. Luego se fue al sofá con Laila, y le leyó un cuento infantil. Laila se reía con las voces que hacía Claudia para los personajes, y tocaba las ilustraciones con sus manitas. Claudia le hizo cosquillas y le dijo que era la luz de su vida.
Claudia notó que Laila bostezaba, así que decidió acostarla en su cuna para que durmiera la siesta. Le cantó una nana y le acarició el pelo. Laila cerró los ojos y se quedó dormida enseguida.
Entonces, Claudia aprovechó para hacer algunas tareas domésticas, como poner una lavadora, planchar la ropa, ordenar los juguetes, limpiar el baño… También llamó por teléfono a su madre, que vivía en otra ciudad, para contarle cómo estaba Laila. Su madre le dijo que estaba deseando ir a visitarlas.
Claudia colgó el teléfono y fue a ver a Laila. La bebé seguía durmiendo plácidamente. Claudia se sintió orgullosa de ser su madre, y de cuidarla tan bien. Pensó en todo lo que le quedaba por vivir con ella, y se emocionó.
Claudia era muy feliz con su hija. Era tan feliz que había olvidado muchas cosas. Al levantarse por la mañana se le olvidó ir al baño. También se le olvidó desayunar. Al salir a la calle se le olvidó peinarse y ponerse los calcetines. A Claudia se le había olvidado hacer las compras y ese día comió un trozo de pizza recalentado, con su hija en brazos. No se acordó de lavarse los dientes ni de darle de comer al gato. Claudia olvidó que ese día tenía médico.
Se acostó junto a Laila, y le dio un beso en la frente. Le dijo que la amaba más que a nada en el mundo, y que siempre estaría a su lado. Se durmieron juntas y Claudia soñó con que todos los días fueran tan maravillosos como ese.
Qué nos dice esta lectura
Claudia es una de tantas mujeres que viven su postparto con luces y sombras. De cara a los demás, muchas veces intentamos endulzar el postparto, porque es lo que nos han enseñado. Tenemos que estar felices de habernos convertido en madres, y nuestros bebés tienen que ser perfectos. Pero lo peor es que nos autoconvencemos a nosotras mismas de que todo es perfecto. Y está muy lejos de serlo. Queremos a nuestros bebés por encima de todo. Pero tenemos derecho a sentirnos tristes, a decir que no todo va bien, que nos falta ayuda, o lo que sea. Tenemos derecho a decir que ese día nuestro bebé no ha parado de llorar, no nos ha dejado dormir y hemos estado a punto de gritarle, y que justamente por ello, las que hemos llorado hemos sido nosotras. Y sobre todo, y por encima de todo, tenemos derecho a seguir sintiéndonos buenas madres, como lo es Claudia. ¿Estás de acuerdo conmigo?
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